10 de julio

La semana empezaba igual que todas, mismas rutinas y mismas costumbres mezclándose sin poder distinguirse. El paseo hasta el coche de empresa era rápido, con prisa por empezar la jornada y con prisa para encender el aire acondicionado y librarse del calor que ya se asomaba a las calles con fuerza. Mañana de rutinas que incluía arrancar el coche y sintonizar Melodía FM en el mismo gesto, como venía siendo habitual en los últimos años.

Había costado encontrar un programa a esas horas que me enganchara, algo alejado de los mornings habituales, con algo de información y de opinión pero que no fuera el punto sobre el que girara todo. Desde que Gomaespuma se despidió de las mañanas y que Pablo Motos se pasara a la tele, lo único que oía con cierta asiduidad era el programa de Radio 3 y mi interminable lista de reproducción. Entonces me enteré que Nuria Roca volvía a la radio, a hacer un morning llevando ella las riendas y me dispuse a ver que tal podía estar.

Al principio me costó un poco, no voy a negarlo, y fui saltando de su programa a Radio 3 y a mi lista. Poco a poco me fui familiarizando con los presentadores, con las secciones, con todos los colaboradores que iban pasando y que convertían esas cuatro horas de radio en un divertido e interesante batiburrillo en el que cabía la actualidad y muchísimo humor. Esos desconocidos poco a poco se habían metido en mi vida y eran una parte importante de mis mañanas.

Los miembros del equipo, todos unos desconocidos o casi, empezaron a ser colegas. Las burradas de Nacho, las historias de Berni y Sara, el gran Juan Delval al que había leído y poco más y resultó ser un comunicador increíble… y Nuria, que la tengo muy vista y muy oída desde que empezó en Canal 9 en los informativos y después presentando mil programas e incluso ejerciendo de actriz, y aún así me sorprendió cargando con el programa desde el primer momento, lanzándolo y dejando después que fuesen el resto de los compañeros de esa mesa increíble los que acabaran de llevar el show a buen puerto.

Y entre risas y cosas serias llegó junio de 2017 y leí de refilón la noticia de que el programa no continuaba, que se había cubierto un ciclo, que nuevos proyectos… Al principio pensaba que simplemente cambiaría la dirección de Nuria por la de Juan y Nuria volvería a la tele pero no, los rumores pasaban a confirmarse y el programa desaparecía.

Durante unas semanas de ver especulaciones y opiniones por todos los lados, escuché que la cadena había decidido cancelar el programa. Obviamente no debía de ser por los datos de audiencia porque eran cada vez mejores pero esos motivos o no salieron a la luz o yo no los escuché. Y entre mucha lágrima, contenida o no, y mucho buen rollo el programa echó el cierre y me dejó sin mis amigos de la radio.

Durante el verano apenas se ha notado, unas vacaciones largas, pero ahora que todos los programas están volviendo… se nota el vacío. Melodía FM ha desaparecido de las emisoras sintonizadas porque para escuchar música tengo mi lista y Radio 3 (bendito seas Santi Alcanda). Me falta un curso para insultar, Berni echando la tarde con la letra C, Juan y sus noticias, qué hay de lo nuestro Sara Ramos?, las ideas para mejorar el mundo, Rocío probando cosas raras, un bueno un malo y un tolay, un hermano mayor y uno mediano… me falta Lo mejor que te puede pasar… aunque ahí afuera hay mucho más.

Don Manuel

Hoy he recibido una llamada muy temprano. Una de esas llamadas que no esperas, un viejo amigo al que hace tiempo que no ves pero que lo llevas tan dentro que nunca se va del todo. Nada más descolgar ya sabes que hoy no te llaman para quedar a comer ni para organizar una cena de amigos. Hoy han incinerado a su padre.

Te quedas sin habla, su padre era alguien muy querido por todo el mundo que lo conocía y yo me incluía en esa lista. Paco (mi amigo) lo sabía y por eso me daba la noticia. Preguntas muy bajito cuando lo entierran, casi como si quisieras que no te contestaran, esperando que todo sea un mal sueño y recibes la respuesta como un buen gancho de derechas en el mentón.

Te organizas, dejas a los niños con los abuelos y sales lo más pronto que puedes para estar con la familia, una familia a la que conoces, con la que has compartido risas, experiencias, música y baloncesto, mesa en algunas ocasiones y tertulia siempre que el azar los ha puesto en tu camino. Imaginas el dolor de su mujer después de una vida junto a Manuel, que se ha ido sin avisar, sin dar tiempo a decirle hasta pronto. Sólo nos ha dejado tiempo para que no lo olvidemos, para que recordemos sus bromas, su infinito humor, sus frases llenas de ingenio.

Llegas al tanatorio, saludas sin demasiadas ganas a la gente, gente que conoces y gente que no, gente que ha apreciado a Manuel, gente que lo ha querido, sus hijos, su viuda (cómo cuesta sólo pensar en ella así)… Gente. Odio ese momento en el que llegas al tanatorio y tienes que saludar a mil personas, me pongo en la piel de los familiares y me resulta terrible. Abrazo a mi amigo, a su madre… los conocidos para mí de la familia, a sus otros hermanos prefiero no molestarlos con el pésame de un desconocido para ellos.

Y hablo con mi amigo, lo animo, lloro con él, me cuenta como ha sido todo, que ha sido tan repentino que Manuel apenas se ha enterado de nada, del miedo que tenía a la muerte, a estar solo en ese momento y a lo acompañado que estuvo. Mal trago para todos el digerir la pérdida de una persona así, entrañable con todos, generoso.

Desde hoy Burjassot cuenta con un habitante menos, se ha marchado don Manuel, seguro que sigue paseando allá donde esté, mirando balcones y patios para ir a hacer sus reformas. Lo echaremos de menos pero no lo olvidaremos, porque personas como él dejan un poso imborrable en todos los que hemos tenido la suerte de compartir algún que otro rato con ellos. Pocos parecidos y ninguno igual, un abrazo señor Crespo, yo también lo echaré de menos.

 

 

Valores

Hace unos días un vídeo de una pelea en un partido de fútbol infantil en Mallorca se asomaba a toda hora a nuestras pantallas. Telediarios, prensa escrita y, sobre todo, diarios online y redes sociales se hacían eco de la noticia y valoraban lo que había sucedido. Se buscaron culpables desde todos los ámbitos y finalmente lo pagaron los de siempre, los que menos influyeron en que esa situación se viviera… expulsaron al equipo y a los jugadores de la competición.

Y yo, que he estado metido hasta las cejas en educación deportiva, baloncesto base e incluso temas arbitrales, pues me puse a pensar. Qué haría yo para solventar esa situación? Sirve de algo expulsar a ese equipo y a los jugadores? No hay más responsables ni mejores alternativas? Muchas preguntas en el aire y muchas opiniones, a cual de todas más violenta o extrema.

Evidentemente no es cuestión de quitar culpa al equipo expulsado, no era la primera vez que protagonizaban incidentes en diversos campos, así que no valía lo de cargarle el muerto a la federación correspondiente y decir que pobrecitos. Pero sí se le daba una vuelta más, los jugadores (todos ellos de muy corta edad) son víctimas de una formación más que deficiente tanto en el club como en sus casas. Muy extraño sería que si a esos niños se les hubiesen explicado las mínimas normas cívicas de una competición, las cosas discurriesen por los cauces que lo habían hecho.

Tampoco se puede culpar al club, porque bastante tienen con gestionar un presupuesto más que ajustado y un grupo de gente casi voluntaria como para ir dando lecciones de comportamiento a unos padres que deberían dedicarse a aplaudir y animar a sus hijos y enseñar algo útil a sus hijos en vez de volcar sus frustraciones en la grada.

Pues de momento esas son las dos víctimas que ha elegido la federación para dar ejemplo. Club sancionado y niños expulsados de la competición.

Voy a ponerme en modo «abuelo cebolleta» y recordar algo que implantamos en la competición escolar (que es de la edad de los niños implicados en este tema), de esto hace unos veinticinco años y a mí siempre me pareció que era algo fácilmente extensible a otros deportes y ámbitos pero que fue quedando en el olvido cuando los responsables de la idea nos fuimos apartando de la dirección del basket base.

La idea era muy sencilla, fomentar la deportividad y la rivalidad sana entre equipos, castigar comportamientos violentos tanto física como verbalmente y evitar que las gradas fueran un hervidero de bilis a vomitar sobre los rivales y sobre los árbitros. Esas simples reglas, evidentes para quien tenga un mínimo de sentido común, costaron más de un disgusto a árbitros y entrenadores inicialmente, pero en un par de temporadas estaban fijadas en todos los integrantes de la competición. El número de técnicas a jugadores y entrenadores se redujo a una cifra residual, se dejaron de escuchar improperios desde las gradas y el ambiente que se respiraba era de deportividad máxima.

Fuimos la envidia de los futboleros, un ejemplo a señalar por parte del responsable de la competición… pero ahí quedó todo. Un tiempo después de apearnos del tren las cosas volvieron a ser como eran antes y poco a poco se instauró el ambiente crispado. Cierto es que el baloncesto no es fútbol y el ambiente en las gradas es muy distinto pero cierto es también que todo se ha «futbolizado» en demasía en los últimos tiempos.

En mi memoria siempre habrá recuerdos para partidos en los que hemos salido escoltados por la Guardia Civil (el 1% o menos) pero sobre todo por abrazos con rivales, con sonrisas, con felicitaciones cuando has sido mejor y con gestos de complicidad con quien te acababa de ganar. Esto es deporte base, no hay Lebrones ni Currys, sólo niños que tienen que aprender que ganar o perder es parte de competir y que lo importante no es eso si no esforzarse al máximo.

Imborrable el momento en un partido de fútbol en el que participaba mi hijo y en una disputa de un balón chocó con otro niño (de SEIS AÑOS!!!) y lo derribó. Mi hijo se giró inmediatamente y fue a ver como estaba el otro niño entre gritos de otros padres escandalizados por haber dejado escapar la pelota. Ese día decidí que ya no habría más partidos de fútbol.

Se os ocurre alguna solución? Algo mejor que retirar a un grupo de niños del deporte que les gusta? Yo empezaría por casa, y vosotros?

Amazon Vs Papá Noel

Los que me siguen por Twitter ya leerían esta anécdota en su versión reducida pero la verdad es que da muchísimo juego.

Una niña de 4 años, una tienda llena de peluches, carteles navideños por doquier y pedidos de Amazon que han ido llegando a casa en los días previos. Con estos mimbres tenemos una historia que da para reflexionar sobre la sociedad en la que nos estamos convirtiendo.

Érase una vez una pequeña que veía el mundo a través de los ojos de eso mismo, de una pequeña. Llena de ingenuidad y a su vez de una curiosidad que nunca estaba del todo satisfecha. A su lado dos hermanos igualmente curiosos y unos padres que se esforzaban en que la ingenuidad se mantuviera un poco más y que siguiera sintiendo esos nervios previos a la Navidad que con los años se van tornando en otra cosa.

Cuando papá o mamá tenían su edad ni siquiera pensaban en Papá Noel, los Reyes eran los únicos que daban una alegría cuando llegaba la Navidad. Todo fue cambiando y apareció la figura del señor de rojo y con esa aparición fueron cambiando los hábitos de los más pequeños. Hoy en día, el señor gordo y rojo está siendo sustituido por bytes de datos y tarjetas de crédito.

Una visita a un supermercado o a un centro comercial a partir de noviembre es sinónimo de estanterías llenas de juguetes, de catálogos, de nervios por localizar el mejor juguete para pedirlo en una carta que viajará hasta el Polo Norte para que Papá Noel lo deje junto al árbol. Pero a mi hija pequeña eso le parece un proceso demasiado largo y lento para como va la vida actualmente.

  • Quiero la marioneta! Quiero la marioneta!!, gritaba la pequeña mientras subía al coche.
  • Pues se la pides a Papá Noel en la carta y seguro que te la trae.
  • Ah, tengo una idea mejor. Por qué no la pedimos en Amazon y así no hay que esperar tanto?

Y así fue como Amazon se cargó la ingenuidad, la Navidad y todo en un abrir y cerrar de ojos.

La verdad es que la ocurrencia dio para reírse un buen rato al resto pero a la pequeña le sigue picando la curiosidad de por qué narices no ha pedido nadie su marioneta a Amazon para poder jugar ya con ella.

Quique y Merche

Hace mucho tiempo conocí a un tipo encantador, realmente eran dos tipos encantadores, Jordi y Quique o viceversa. Eran los dos jóvenes (ya he dicho que fue hace muchos años) al frente de un bar junto a las vías del tren, un bar al que nos acercábamos a menudo mis compañeros de instituto y yo a tomar una cocacola al salir de clase, un sitio en el que tomar alguna copa después de cenar en él. El sitio estaba bien pero lo mejor eran ellos dos, la SONRISA que te recibía al entrar te hacía sentir en casa, en un sitio al que pertenecías.

Tanto es así que cuando años después comencé a nadar a horas intempestivas, iba con un par de amigos de la piscina a desayunar allí. Quique nos tenía preparados ya los desayunos habituales antes de entrar por la puerta, colacao para unos, café con leche para otros y croissants ligeramente pasados por la plancha para todos. Una rutina el ir a tragar cloro y el acabar allí. A veces participaban de nuestras conversaciones, otras no pero siempre se notaba esa sensación agradable de estar entre amigos.

Hace unos años cerraron el negocio, demasiados años estando de lunes a domingo, abriendo pronto y cerrando tarde. La hostelería tiene que acabar pasando factura y ellos decidieron traspasar su local y dedicarse a otra cosa. Jordi se pasó a la política por hobby, siempre había sido un militante y ahora tenía tiempo para poder intervenir más a fondo en las decisiones que afectaban a su pueblo. Quique montó una casa de comidas para llevar en el bajo de su casa… La cuina de Quique, menjar cassolà per emportar (La cocina de Quique, comida casera para llevar). Cómo resistirse a pasar por allí a coger unas raciones de una paella que sabía al buen rollo que sólo Quique le podía dar a algo. Cómo no charlar con Merche, su mujer y dependienta ocasional, acerca de cualquier cosa.

Y así se instauró la tradición de pasar cada sábado por allí a por la comida para casa. Fideuà, fideuà negra, arrós a banda, paella, pollo al horno… daba igual lo que pidieras porque todo estaba bueno. Siempre esa sonrisa al fondo de la cocina y ese «ei mestre!!» y al lado del mostrador Merche de un lado al otro. La cuina de Quique… aunque faltaba un «i Merche», porque no se entendía una cosa sin otra.

Visita al Facebook para ver qué tocaba comer y llamada por teléfono para dejarlo encargado. El 9 de octubre de este año, domingo para más señas, desde la página de Facebook había un mensaje de despedida habitual; «HASTA EL JUEVES!!!» Un mensaje corto que indicaba lo que iban a hacer, su descanso de todas las semanas.

Y algo raro en mí el martes miré mi Facebook, basicamente para ver si en la página del cole de mis hijos habían publicado alguna foto de las actividades del 9 d’octubre. Baja, baja, baja… y de pronto una publicación de la página de Quique y Merche (qué raro, pensé). Comencé a leer y primero la sorpresa, después el puñetazo y finalmente las lágrimas. Quique había muerto el mismo domingo por la noche de un infarto fulminante. Flases, imágenes, recuerdos, sonrisas, bromas, Jordi, imágenes, Merche, sus hijos…. Hasta el día siguiente no conseguí contestar a ese mensaje, cada día que paso por delante de su casa se me encoge el estómago.

Quique y Merche, su cocina… Todo ha cambiado en el pueblo y como dice Ismael Serrano en una de sus canciones, todo parece más feo. Se nos ha ido un amigo a muchos, muchísimos de los que lo conocimos porque Quique siempre consiguió ser eso para todo el que se le acercó.

La cuina de Quique i Merche.
La cuina de Merche.
La cuina.
Merche.

Trying again

Ni me acuerdo de la última vez que me puse a escribir, ponerme frente al teclado y ver la pantalla en blanco me daba una pereza extrema. No era por falta de ideas, la radio, twitter, el día a día dan para escribir una novela. Quizás sea por falta de tiempo para ordenar tanta idea suelta, para dar forma a unos pensamientos que van saltando de una cosa a otra. Poco tiempo libre y usado para ponerme al día con unas cuantas series y películas que tenía pendientes, realmente varios cientos de horas entre una cosa y otra. Tampoco encuentro nada que me parezca interesante para andar contando. Otra entrada que empieza llena de excusas y buenos propósitos.

Y qué ha ido pasando entre tanto? Pues que he tenido un verano de lo más entretenido, lleno de niños y actividades infantiles, de viajes a la montaña, de excursiones río arriba y abajo, paseos entre pinos y horas y horas de piscina y playa. Un verano en el que no ha habido apartamento para estar junto a la playa pero lo hemos llenado bien. Otro recuerdo a las vacaciones, bien seguimos gastando tópicos.

Me quedan las lecturas, de las que muy lentamente voy dando cuenta. Libros de todo tipo, novela negra, ficción, aventuras, algún ensayo. Me gustaría reseñar alguno, dar mi opinión sobre lo último que he ido leyendo pero creo que ya hay gente que lo hace mucho mejor y más al día de lo que yo seré capaz de hacerlo nunca. Aun así no me resigno a no hacerlo, un poco por rendir homenaje a gente que es capaz de llenar mi vida durante un tiempo de aventuras ajenas, del dolor o pasión de algunos personajes que durante el viaje de la lectura pasan a formar parte de mi colección de amigos, otro poco por dejar plasmada mi opinión acerca de lo que va pasando por mis manos.

Me queda la música, ahora mismo revisando clásico tras clásico, redescubriendo pequeñas joyas que no conocía o que había aparcado en el olvido, descubriendo grupos nuevos gracias a mi vuelta a Radio3. La música bien merece un apartado especial en este blog y en mi vida, orejas que siempre están ávidas de más, de ritmos diferentes, de melodías imposibles. Música, música para vivir.

Y este verano ha sido el momento de ir poniendo fin a tanto almacenar series sin ser vistas. Ha caído el mito, empecé a ver Juego de Tronos y me vi envuelto en el frenesí de saber qué iba a pasar con cada uno de esos personajes, de hacerme fan de alguno de ellos para después verlo caer en alguna batalla, odiar a alguno que otro también. Daredevil me dejó con tantas ganas de la tercera temporada que fui capaz de ver Jessica Jones sólo por ver si conseguía engancharme un poco. Y bueno, el principio del otoño está siendo de Narcos, el “iueputa”, “pinche” y “plata y plomo” se están instalando en mi vida a ritmo de Pablo Emilio Escobar. Material para un post dan y mucho.

En fin, que espero no volver a escribir más entradas como ésta. No estar poniendo excusas y seguir sin escribir. Voy a coger un poco de carrerilla y a ver si consigo reengancharme con el blog y tener un mínimo de continuidad. Gracias si aún seguís por ahí.

Lento retorno

Demasiado tiempo desde el último post, demasiado tiempo mirando una página en blanco y sin saber muy bien qué escribir, demasiado tiempo con un humor que me invitaba a entradas enfadadas y que acababa borrando a medio escribir. La soledad de escribir mis ideas para mí tampoco me ayudaba demasiado y todo acababa en la papelera.

Así que aquí estoy, delante de la pantalla en blanco, intentando escribir algo mínimamente coherente, algo que lea alguien y le haga pensar, reflexionar, cerrar el navegador y buscar otra actividad…

Los Juegos Olímpicos no me parecieron oportunos de comentar, este año creo que los he vivido con menos ganas que nunca. La plata de la selección femenina de basket es lo poco que me ha animado las dos semanas de competiciones incesantes y retransmisiones interminables. Y el bronce de la selección masculina? Pues la verdad es que ni lo vi. Desde que se hizo pública la lista de seleccionados, me ha parecido tal despropósito que no les he hecho demasiado caso. Luego han sido capaces de sobreponerse a un inicio de campeonato horripilante para conseguir algo histórico pero esta vez no ha ido conmigo.

Y el panorama político? Bueno, una vez superada la vergüenza ajena de ver como unos cuantos gallos de corral se pavonean intentando ser presidentes de un país, la verdad es que estoy casi que contento con lo de las elecciones el día de Navidad, así de primeras me parece una excusa cojonuda para saltarse alguna de esas comidas/cenas tostón. «No vais a venir el día de Navidad?» No mujer, que tenemos que votar o ser mesas o algo relacionado con la fiesta de la democracia. Un poco para pensarlo sí que es pero es que como me pare a pensarlo igual me pongo a llorar y se me estropea la capa de protector solar.

Hablamos del verano, de las vacaciones? Venga, ese tema siempre anima mucho… aunque igual los que están de vuelta no se ponen muy contentos con que les restrieguen las vacaciones ajenas. Incluso hay mucha gente que vacaciones este año (y ya van unos cuantos) no va a tener. Gente que huye de matanzas que les son ajenas, gente que sólo quiere vivir tranquila, gente que se juega el pellejo por una ilusión. Este verano crucé a nado un buen tramo calzando unas botas de montaña, con pantalón corto, a mi lado iba mi hijo vestido de similar manera. A los pocos metros me dijo que no podía más, quedaban casi cincuenta hasta el primer sitio donde cogerse a algo que no se hundiera. Imaginé lo que tiene que pasar por la cabeza de tanta gente que no sabe apenas nadar, sin nada a la vista en kilómetros cuando sus hijos les digan que no pueden más, cuando ellos no puedan más. Imaginé la cantidad de miedo que tiene que caber en el pecho de una persona que se asoma de golpe a la certeza de una muerte cruel, injusta, de la que huía, de la que quería escapar con sus seres queridos. Refugiados los llaman, yo no encuentro nombre para tanto horror.

La pantalla se ha ido llenando, hay letras saltando de aquí para allá, algunas se juntan y parecen formar algo simpático, otras pintan escenas negras. Llegarán a algún lado? La botella está en el agua y se aleja de la orilla…

Just a castaway
An island lost at sea
Another lonely day
With no one here but me
More loneliness
Than any man could bear
Rescue me before I fall into despair

Panamá

Parece mentira que un país tan pequeño pueda tener tanta repercusión. Varias novelas y películas ambientadas allí dan una muestra de lo importante que puede llegar a ser estratégicamente y todas ellas tienen una ambientación de juego de espías que ha llegado hasta nuestros periódicos.

Te levantas una mañana tan tranquilo y alguien ha conseguido filtrar documentos que inculpan a medio mundo en una trama de ocultación de dinero y de fraude fiscal. Como no puede ser de otra manera, empiezan a salir nombres de personajes de la escena pública española y, como tampoco podía ser de otra manera, empiezan a salir los nombres de políticos también. Que si un alto cargo por ahí, que si un ministro por allá, un director de cine, un cantante/presentador, todos en el mismo saco. Ahora mismo no eres nadie si no estás en esa lista, más extensa que la Forbes pero con tantos millones como ella.

Sinceramente creo que están abusando de nuestra abulia, de nuestra falta de compromiso para que eso acabe. Porque, no nos engañemos, el comportamiento de nuestra élite cultural y política es el reflejo de lo que somos el conjunto de los españoles. Quien más y quien menos ha buscado algún recurso para ahorrarse unos euros de IVA en alguna reparación sin factura, o escondido algún ingreso extra de las garras de Hacienda. Y quien más, quien menos ha pensado en qué haría para pagar menos si tuviera más.

Y eso hacen todos los “panameños”, esconder parte de su enorme patrimonio para que no se lo “quite” Hacienda. Esa Hacienda que somos casi todos y que se encarga de recoger impuestos para que el sistema funcione. Esa Hacienda de la que es difícil escapar cuando eres un trabajador con un sueldo normal, mileurista, dosmileurista o algo que a final de año no sume más de seis cifras. Ese sistema del país al que tanto aman, al que hay que salvar de los antisistema que lo quiere destruir. Antisistema?? Quién es el antisistema, un votante de la CUP que paga religiosamente todos y cada uno de los impuestos, peajes, copagos y lo que digan, o un señor con una pulserita con la bandera española y cuentas en todos los paraísos fiscales?

Definitivamente creo que me voy a hacer mucho más antisitema y seguiré pagando mis impuestos aquí y votando a quien me plazca, no me pondré pulserita con bandera ninguna y los paraísos los dejaré para las vacaciones.

Tragaderas

Diga lo que diga el FMI, el BCE, el Gobierno y cualquiera que emita un juicio macroeconómico, la situación laboral en este país deja bastante que desear. Esto obliga a asumir como aceptables determinadas condiciones o imposiciones que en otro caso ni se plantearían y si se plantearan, implicarían dejar ese trabajo al momento.

No es el caso, ahora mismo cuesta soltar el puesto que se tiene porque la dificultad de obtener otro y la duda sobre si será mejor o peor que el actual nos llenan de miedo en nuestras decisiones.

Ya lo dijo el gran Maestro Yoda, el miedo lleva a la frustración, la frustración a la ira y la ira al lado oscuro. Así anda mucha gente, en ese camino desde el miedo a perder un empleo que no satisface sus expectativas profesionales y, en algunos casos, ni las económicas. Actualmente no es mi caso pero sí que lo es para mucha gente que me rodea.

Mi trabajo actual no es el trabajo con el que yo soñaba cuando estudié informática pero me permite algo muy importante, desconectar totalmente de él cuando aparco el coche al final de una jornada. Esto es algo muy importante para mí después de muchos años de llevarme trabajo a casa, de despertarme en medio de la noche con una query que soluciona algún problema en un report o escuchar las conversaciones de casa como la música de fondo que tienes mientras tecleas. Ahora todo eso ha quedado atrás.

Sin embargo, mucha gente no tiene esa suerte. Tienen uno (o más trabajos), que los estresan, los alienan y les hacen ir perdiendo el buen humor y la perspectiva de que el trabajo sólo es un medio para vivir y no el fin. Quizás todo esto sea muy fácil de decir visto desde fuera, cada uno tiene unas circunstancias personales que valora de diferente forma y para mucha gente trabajar es la forma de realizarse personalmente.

Después de diez semanas de baja aún me reafirmo más en mi forma de actuar en el trabajo, no tragar con todo, decir que no muchas más veces que aceptar viajes fuera de casa. Un compañero se marchó recientemente porque siempre estaba fuera, se quejaba amargamente a nosotros de esa situación pero jamás decía que no. Las tragaderas no son infinitas y cuanto antes mostremos los límites, mejor estaremos tanto los que mandan como los mandados.

Mala madre

Hay expresiones que chirrían sólo al pronuciarlas, mala madre es posiblemente una de ellas. Las madres no son malas (los padres tampoco, oigan) pueden cometer errores pero jamás serán malas por ello, al menos no para sus hijos. Otra cosa será lo que podamos percibir desde fuera el resto de los mortales y por supuesto también hay excepciones como en todo pero en este caso yo prefiero llamarlas malas personas.

Mis hijas van al cole al que fue su hermano, que coincidentemente es al que yo fui en B.U.P. y C.O.U y en el que comencé a jugar a balonmano y posteriormente a baloncesto. Es un cole concertado, sin lujos, sin estridencias y con un ambiente bastante agradable. Lo habitual es que el buen rollo presida los encuentros a la puerta del colegio y que, en general, no haya discusiones ni bloques demasiado acentuados. Al menos eso era así, aunque visto lo visto este año me estoy empezando a cuestionar que lo sea ahora mismo.

Hechos: Hay dos clases de cuatro años a las que asisten unos cuarenta niños, entre esos cuarenta niños hay de todo, tranquilos, nerviosos, tímidos, parlanchines, buenos, gamberros, con mejores y peores ideas pero los cuarenta son iguales en una cosa, son niños. Esos cuarenta niños tienen cuarenta padres y cuarenta madres y hay una de ellas que se ha erigido en la lideresa de un rebaño que no lo es pero lo parece.

Entre esos cuarenta niños hay uno que no es español y que además llegó a España el curso pasado, ese niño es “el raro” del curso. No habla bien el español (yo lo he oído y ya me gustaría a mí hablar el ruso con el mismo nivel) y pese a ello no tiene ningún problema de adaptación.

Como es habitual existe un grupo de whatsapp para que los padres puedan comunicarse, qué difícil que tuvo que ser nuestra infancia para nosotros y para nuestros padres. La lideresa se encarga de organizar (manifassar que decimos aquí) cumpleaños y fiestas de guardar y marca en rojo las “ofensas” y los “ofensores” que declinan alguna de sus invitaciones a fiestas propias o ajenas.

La mamá de “el raro” tuvo el valor de hacerlo por motivos varios que no vienen al caso y desde entonces su hijo se ha ido viendo apartado de los juegos en el patio y de las fiestas de sus compañeros, gracias a la intervención de la lideresa y al borreguismo del resto de padres.

Opinión: Hace falta ser mala persona para inculcar a tu hijo o hija el rencor y el odio a los demás, hace falta ser aún peor para hacerlo sin tener un mínimo de empatía y poner a tu pequeño en el lugar de ese al que vas a amargar pero es que hace falta tal cantidad de maldad para condenar a un niño de CUATRO AÑOS a no poder jugar en el patio con la mayoría de sus compañeros de clase. Lo más triste de todo es que esa mamá está encantada con ella y seguro que le parece lo más normal el actuar de ese modo tan rastrero.

Afortunadamente aún hay motivos para confiar en el ser humano y este hecho está quedando olvidado y el niño juega con normalidad con el resto de niños del colegio y cada vez con más compañeros de curso, algo que es muy necesario porque si todos siguen en el ritmo de estudios hasta el final, les quedan catorce largos años de convivencia.madre-estupida-fono-05

Esta madre es tonta, no mala 😉